lunes, 10 de enero de 2011

Propiedad intelectual

En la discusión sobre la propiedad intelectual, se tienden a mezclar dos cosas: las descargas ilegales y el canon digital. Pero no debería ser: yo soy más bien contrario al canon digital, y más bien favorable a la restricción de las descargas ilegales. Y digo "más bien" porque me parece que ambas partes tienen argumentos decentes.

El canon digital me parece comprensible, pero injusto, y más injusto que comprensible. No soy nada original: grava a todos, aunque no sean todos los que copian para librarse de pagar. Sin embargo, los partidarios del canon podrían argumentar que todos pagamos por las consecuencias del tabaquismo (unos 480 euros por español, bastante más que por el canon, según creo) a pesar de que no todos fumamos, y sin que a nadie se le ocurra pedir la abolición por ley del tabaquismo (aunque se están acercando). Sin embargo, estoy a favor de la abolición del canon por todas las razones que se pueden leer en los artículos de opinión habituales. La UE ya lo ha declarado ilegal en su forma actual, según creo, de manera que no merece la pena discutir mucho sobre el asunto.

Lo de las descargas es otra cosa: los argumentos en contra de prohibirlas no me parecen muy convincentes. Se pueden dividir en varios tipos.

1. Hay algo malo en el concepto mismo del copyright y la propiedad intelectual de los productos culturales.

2. Controlar las descargas es imposible técnicamente.

3. Dejar que los gobiernos controlen las descargas puede ocasionar más mal que bien.


1. Hay algo malo en el concepto mismo del copyright y la propiedad intelectual de los productos culturales.

Josep Ramoneda y Jesús Mosterín han dicho de manera algo radical que no les parece bien que porque un autor haya creado una obra, él y sus descendientes puedan disfrutar durante 50 o 70 años viviendo del cuento. Respondía con moderación y guasa muy de mi agrado Jorge Riechman, diciendo que la abolición de la herencia es un irreprochable principio socialista, pero que no hay razones para limitarlo a la propiedad intelectual: también se podría hacer con la propiedad inmobiliaria, y no digamos con la propiedad de empresas, bancos, cuentas corrientes, etc.

Y es verdad: muchos aplauden el descenso o supresión del impuesto de sucesiones en muchas de nuestras comunidades autónomas, que permite "vivir mejor del cuento" a los herederos, pero sin embargo apoyan la abolición del copyright en un ejercicio de incoherencia realmente sublime.

En mi opinión, el copyright cubre un periodo excesivo. Eliminarlo por completo para el autor es un disparate. Disminuír el periodo o limitarlo/abolirlo para sus herederos, de lo más sano, por la misma razón que hay que mantener el impuesto de sucesiones.

Puede que descargarse productos culturales o copiarlos masivamente no sea como robar, pero en mi opinión se parece mucho. Dice Jesús Mosterín que el robo es diferente que la copia puesto que el ladrón priva al propietario del disfrute de su propiedad, mientras que el copión, no. Tiene su punto, pero no resulta del todo convincente. Según ese principio, si la sala no está llena y queda un minuto para que empiece la película, yo debería poder colarme en el cine sin pagar, puesto que no privaré a nadie del disfrute de la misma. Probé a decírselo la última vez al guardia de seguridad. No coló.

Me temo que Internet y la tecnología moderna permite que un número ingente de personas puedan colarse impunemente en el cine sin pagar. No es como robar, pero ¡cómo se parece!

El guardia de seguridad, por cierto, era muy razonable, como suelen serlo, y me dijo que se considera mal que los niños del colegio copien sus trabajos de páginas de internet con mínimo esfuerzo en lugar de hacer sus ejercicios como corresponde. Se considera mal porque el niño tiene que aprender. Si todos lo hicieran continuamente nadie aprendería, y por eso hay que evitar que lo hagan: porque en último término redundará en perjuicio del niño y de la sociedad en el futuro, aunque el niño todavía no se dé cuenta, invoque pretendidos derechos y prefiera el mínimo esfuerzo hoy. De igual manera, y aunque muchos niños-copiones digitales no perjudiquen a otros niños traviesos, la sociedad en su conjunto puede decidir legítimamente limitar las descargas, las copias y las exhibiciones colectivas, por el bien mayor que es mantener a personas que se dedican a ser artistas a tiempo completo. Nadie tiene un derecho sacrosanto a disfrutar de un contenido cultural. Los derechos vienen regulados por un pacto con el autor. Si el autor decide que cualquiera puede acceder gratis, estupendo. Si decide que le gustan los niños pero que odia a los adultos, y decide ofrecérselo gratis a los colegios para su exhibición pero a nadie más, en mi opinión la ley debería protegerle persiguiendo a todos los que lo exhibieran fuera de un colegio, que para algo él es el que lo ha creado y el que debería poner las condiciones, generosas u onerosas. Y si, como es más común, te dice que te lo vende al precio X a cambio de que tú no lo exhibas o descargues masivamente, y tú pagas ese precio, no lo puedes exhibir ni descargar. Es cuestión moral, de pacto y de ley.


2. Controlar las descargas es imposible técnicamente.

El ex-presidente de Extremadura, Rodríguez Ibarra, dice que además de indeseable, el control es imposible. Imposible, oiga. "Es como poner puertas al campo", como dicen muchos por ahí.

Es verdad que en el campo no se ven demasiadas puertas, pero yo casi siempre veo vallas, que delimitan lo que es de unos y de otros. También me fijo, cuando veo la tele, en que de vez en cuando aparece la noticia de que un equipo de fuerzas de seguridad ha cerrado una web de pederastas o de transplantes ilegales de órganos, es decir, ha hecho posible lo "imposible".

Los opuestos a la limitación de las descargas podrían contraargumentar que detener algunas webs ilegales de transplantes es posible porque hay pocas, y que aún así probablemente muchas se escapan; pero que cerrar webs de descargas culturales sería imposible por la gran cantidad de webs involucradas.

Lo que ocurre es que si realmente es así, si es imposible, entonces no entiendo por qué hay quien se preocupa por el libre acceso a la cultura en Internet. No hay nada de que preocuparse, ¿no? Si es imposible limitarlo...

Si la limitación de las descargas es deseable pero resulta imposible tecnológicamente, entonces quedamos a la espera de nuevos avances tecnológicos que la hagan posible. Mientras tanto sí que tendrá que cambiar el modelo de pago por los contenidos culturales. Yo abogaría por un sistema de mecenazgo masivo. Después de disfrutar, pagas la voluntad al artista directamente por Internet, con pocos o ningún intermediario, como si fuera un músico de la calle. Es mejor que nada. Pero estimo que muchos artistas, especialmente escritores, van a acabar realmente en la calle. Ya saben, a tiempo completo, con los cartones y el perro fiel a su lado.


3. Dejar que los gobiernos controlen las descargas puede ocasionar más mal que bien.

Este es el argumento que más me impresiona. No me cabe duda de que la posibilidad de cerrar webs por parte de los gobiernos implica ciertos peligros (véase China). Pero en realidad la preocupación ha de estar pareja con el nivel de falta de garantías democráticas del país cuyo gobierno aplique las leyes. En España, estimo que el riesgo de que los gobiernos abusen de este poder es más bien bajo. Creo que ustedes también lo estiman, y que si usan este argumento, es más bien como excusa.